Tabla de contenidos
¿Sabías que fue un lacayo de Edison quien inventó la silla eléctrica por un pique con Tesla? Pocas veces un “pique” ha sido tan productivo como el de Tesla vs Edison. Incluso dio lugar a la conocida como «guerra de las corrientes». Te contamos la curiosa historia de rivalidad entre estos dos genios, Edison y Tesla, que dejó inventos que transformaron el mundo. Algunos maravillosos, como la bombilla incandescente o la propia corriente alterna. Otros, terribles. Y es que la silla eléctrica la inventó un ingeniero eléctrico compinchado con Edison para desprestigiar a Tesla. Su propósito era crear una máquina de matar que demostrara lo “peligrosa” que podía ser la corriente alterna de Tesla.
Tesla versus Edison
En 1888 Edison ya se había cubierto de gloria con la bombilla incandescente, el fonógrafo o el kinetoscopio, precursor de los proyectores de cine, entre otras muchísimas invenciones. El inventor vivió y disfrutó de la fama y supo ganarse el crédito y reconocimiento de las muchas aportaciones que hizo al desarrollo científico y tecnológico de la época.
Tesla era lo contrario: excéntrico y a veces un poco antisocial. Era un “workaholic” con una mente tan prolífica y unas ideas tan revolucionarias que a veces era tomado por un científico loco. Estaba tan enfrascado en sus inventos que descuidaba un poco sus finanzas y hasta sus patentes…
Aunque a todos nos enseñaron de pequeños en el cole que Marconi inventó la radio, existe evidencia de que fue Tesla allá por 1893. Tampoco obtuvo el crédito por la invención de los rayos X, lo tiene el físico alemán Wilhelm Conrad Röntgen, aunque él ya había experimentado años antes con las imágenes a partir de esta radiación. También inventó el motor eléctrico (por algo la marca de coches lleva su nombre), las telecomunicaciones inalámbricas que han permitido que el mundo de hoy sea el que es y la corriente alterna.
La «guerra de las corrientes»
Precisamente fue a raíz de la corriente alterna cuando la rivalidad Tesla vs Edison fue tal que hasta le pusieron nombre. La “guerra de las corrientes” inundaba los periódicos de la época al tiempo que no paraba de dejarnos inventos que revolucionarían el mundo y serían la base de la tecnología del futuro.
Pongámonos en situación: después de que Edison presentara su lámpara en la Exposición de París de 1881 el mundo estaba expectante ante la posibilidad de tener luz eléctrica y bombillas en casa. Quizás era el invento más revolucionario después de la rueda. Pero Edison, partidario de la corriente continua, no conseguía transportar la electricidad mucho más allá de su central en Nueva York. Su red eléctrica solo podía cubrir unas 330 hectáreas de Manhattan. Y entonces llegó Tesla con su propuesta de corriente alterna, comercializada por George Westinghouse. Su truco consistía en jugar con el voltaje: primero lo subían para poder desplazar la electricidad grandes distancias y después, con un transformador, lo bajaban para poder usar esa electricidad dentro de casa.
La silla eléctrica contra Tesla
Tesla y la corriente alterna ganaron la guerra. La corriente alterna se impuso y es la que utilizamos hoy en día para encender la luz o hacer funcionar los electrodomésticos. De ahí, por ejemplo, que las instalaciones fotovoltaicas tengan un inversor para transformar la corriente continua que generan las placas en alterna.
Pero en esta guerra hubo batallas muy duras y sucias. Obsesionado con desprestigiar la corriente alterna de Tesla y Westinghouse, la compañía de Edison empezó una campaña para proclamar a los cuatro vientos que esta corriente alterna era peligrosa. Y lo hizo en un momento clave, cuando se estaban creando las primeras torres de alta tensión y la población había sido testigo de los primeros accidentes de la historia por electrocución.
En ese contexto, se le puso delante la ocasión perfecta para demostrar su teoría cuando Harold P.Brown, ingeniero eléctrico, fue contratado para desarrollar un sistema de ejecución de presos por electrocución como alternativa más humana que la horca. Edison se alió con Brown y colaboraron en el diseño de la primera silla eléctrica, una máquina que mataba utilizando la electricidad. Sus esfuerzos fueron dirigidos a diseñar una silla que funcionara con corriente alterna y demostrar que esta corriente era más eficaz como arma letal que la continua. Lo consiguió, y el modelo de silla eléctrica con corriente alterna se mantiene hasta hoy en día. Eso a pesar de lo terrible que fue la primera ejecución por electrocución.
La primera ejecución eléctrica
El primer preso ejecutado en la silla eléctrica fue William Kemmler, el 6 de agosto de 1890 en la Prisión Auburn de Nueva York. Mientras que Edison defendía el uso del nuevo invento, George Westinghouse apoyó la apelación de los abogados de Kemmler para que no se usara la silla eléctrica contra su cliente. La petición falló y el reo fue electrocutado en la silla de Edison y Brown.
La ejecución de Kemmler ha pasado a la historia no sólo por ser el primer ejecutado en silla eléctrica sino también por lo terrible y escabroso de la ejecución. La idea inicial era emitir dos descargas eléctricas: una para dejar a la víctima inconsciente y otra para provocarle la muerte. Pero tras la primera descarga de 17 segundos, Kemmler seguía vivo. Los testimonios que se recogieron en la época explican que se le oyó gemir durante el minuto que transcurrió mientras se recargaba la máquina y se producía la segunda descarga. Se dice que Westinghouse comentó que hubiera sido mejor si hubieran usado un hacha para la ejecución. Y un reportero de la época recogió que fue «un espectáculo horrible, mucho peor que el ahorcamiento».
Pese a todo, la silla eléctrica se convirtió en el método más generalizado de ejecución en los Estados Unidos. Y así se mantuvo hasta mediados de los años 50, cuando fue desbancado por la cámara de gas. A día de hoy, varios estados de América aún dan a escoger al condenado a muerte entre la inyección letal o la silla. Y eso que ya hemos visto que quien inventó la silla eléctrica seguramente lo hizo movido más por la envidia que por la humanidad.
0 Comments